Avances y desafíos en vivienda, planificación y sostenibilidad
En Bolivia, las ciudades no dejan de crecer, pero el ritmo acelerado de expansión urbana plantea una pregunta urgente: ¿estamos construyendo un futuro sostenible o comprometiendo nuestra calidad de vida?
El panorama actual muestra una dualidad evidente: por un lado, avances en acceso a servicios básicos, innovación en proyectos habitacionales y herramientas de planificación; por otro, persistentes brechas en gobernanza, sostenibilidad y resiliencia frente al cambio climático.
Expansión sin freno y presión sobre el territorio
Santa Cruz, La Paz-El Alto y Cochabamba concentran la mayor presión demográfica. Las manchas urbanas se expanden sobre áreas agrícolas y ecosistemas frágiles, alterando el equilibrio ambiental y generando conflictos por el uso del suelo.
El crecimiento horizontal, muchas veces desordenado, encarece la provisión de servicios, fragmenta comunidades y aumenta la huella ecológica.
Déficit habitacional y calidad de vivienda
Si bien los programas de vivienda social y los proyectos privados han reducido parte del déficit, todavía miles de familias viven en condiciones precarias: sin acceso seguro a agua potable, con saneamiento insuficiente o en viviendas construidas sin criterios técnicos.
Avances que marcan tendencia
Existen experiencias positivas que apuntan hacia un modelo urbano más inteligente:
- Proyectos de densificación controlada, que optimizan la infraestructura existente.
- Uso incipiente de plataformas de datos geoespaciales para la toma de decisiones.
- Barrios piloto resilientes, con integración de espacios verdes, sistemas de drenaje sostenible y participación comunitaria.
El gran desafío: la gobernanza urbana
Uno de los puntos críticos es la falta de articulación entre los distintos niveles de gobierno, lo que limita la eficacia de la planificación. La ausencia de normativas urbanas actualizadas y mecanismos sólidos de fiscalización contribuye a la informalidad y al deterioro del entorno urbano.
Una agenda para la próxima década
Para que el crecimiento urbano se convierta en sinónimo de calidad de vida, se requiere un cambio de paradigma:
- Apostar por ciudades compactas que reduzcan la expansión horizontal.
- Impulsar vivienda asequible y segura para todos los sectores sociales.
- Incorporar soluciones basadas en la naturaleza para enfrentar eventos extremos.
- Promover movilidad sostenible y sistemas de transporte integrados.
- Fomentar la participación ciudadana en las decisiones de planificación.
En palabras que resumen el espíritu de este desafío: “La planificación urbana debe ser una política de Estado, no una reacción improvisada a las crisis”.
El reto está planteado. Las ciudades bolivianas tienen la oportunidad de convertirse en espacios inclusivos, resilientes y sostenibles, pero lograrlo dependerá de que la voluntad política, el conocimiento técnico y la ciudadanía se encuentren en el mismo plano.